lunes, octubre 30, 2006

CANADAIR CL-215



Apagafuegos. Botijo.
.
Atiende a ambos motes, los primeros aviones se recibieron en España en la década de los 70. Su maniobrabilidad y la potencia de sus motores (P&W R-2800) le hacía parecer un avión de ataque un poco más mazacote. El paso del tiempo, unido a la dureza de la misión a realizar, fue inexorable. La antiguedad de los motores, los mismos que daban la potencia a los aviones Hellcat o Marauder de la Segunda Guerra Mundial, hizo que el avión se tornase más pesado, sobre todo en las situaciones críticas. Por otra parte, la antiguedad de los motores hacía cada vez más dificil su manteniemiento. Aunque siempre mantuvo su capacidad maniobrera, se retorcia en un valle, bajaba a 120 nudos, soltaba el agua y subía en parte por el tirón que provocaba la caída del agua, en parte por el aumento de potencia que despues de la descarga se le pedía a los motores. Cuando llegué los motores requerían una atención especial, la temperatura del aceite, su presión, torque, revoluciones, caida de revoluciones en la pruba de magnetos eran constantemente vigilados. No era para menos, ya que en ocasiones la anomalía de cualquiera de éstos parámetros eran un anuncio del mal funcionamiento del motor.
.
No he tenido emergencias graves, tan sólo un par de incidentes, uno por causa del motor y el otro fue un fallo de tripulación. El avión se comportaba muy bien en el aire, en el agua ciertas maniobras presentaban m'as dificultad, pero por lo anómalo del elemento, si al aterrizar la tendencia es ceder palanca y poner la rueda de morro lo antes posible en la pista, cuando el Canadair estaba en el agua había que mantener el morro lo más alto posible, pero sin irse al aire. La carga se hacía (y hace) medio volando, medio rodando a 60 nudos, tarda unos doce segundos en cargar los casi seismil litros de agua que puede portar.
.
El instante más crítico es cuando el avión efectua las cargas, a la orografía de los pantanos o a la dureza del mar se le une la situación de un avión a máxima carga y una velocidad en la que el avión no podría volar en caso de un fallo de motor.